jueves, 15 de marzo de 2012

EL CUERPO MÍSTICO


9 de Junio de 1976

EL CUERPO MÍSTICO

Hijo, Yo considero pastoral la acción de mi Iglesia tendida hacia los hombres todos, para que todos puedan ad­herirse espontánea y firmemente a los principios cristia­nos.
Promover y guiar esta acción es propio de la Jerar­quía, que no excluye la colaboración justa y debida de buenos laicos "vocati ad hoc"[1].
Yo he dado las indicaciones para la eficacia de la acción pastoral, por eso he dicho: seréis la luz del mundo, seréis la sal de la tierra. También he dicho: resplandezcan vuestras buenas obras y glorifiquen al Padre que está en los cielos. He dicho: seréis la levadura que fermenta la masa.
Un sacerdote, si no resplandece de luz sobrenatural, si la luz de la gracia no hace transparente su alma de modo que todos puedan ver dentro claramente (y esto implica lealtad, sencillez y no doblez) uno se dará cuenta que su ac­ción es infecunda.
Yo, Cristo, potencialmente he vencido al mundo. A Mí todo me ha sido dado, para Mí todo ha sido hecho; pero mi victoria total se realizará en la consumación de los tiempos, con el juicio final. Yo, Cristo, manifestaré ante todos, ante el Cielo y la tierra, mi completa victo­ria. Yo, Dios hecho hombre, he realizado y realizaré Mi Cuerpo Místico, o sea mi Iglesia, con la cual Yo soy una sola cosa.
Esta es la verdadera razón de mi retardado triunfo total: he querido partícipe de este triunfo a mi Cuerpo Místico. Cabeza y cuerpo son una sola cosa. Aquellos que se ma­ravillan de que mi triunfo total no se haya verificado con mi Resurrección y Ascensión al Cielo, han comprendido poco del Misterio de la Encarnación.  


En el Calvario

Yo, Jesús, me he unido íntimamente a la naturaleza humana por cuya liberación y victoria me he inmolado. He asociado la naturaleza humana a todos los acontecimientos divinos y humanos de mi vida temporal y eterna, por esto la Iglesia, mi verdadero Cuerpo, si bien místico, deberá seguirme en el Calvario para poder seguirme en la gloria.
"Quien quiera venir en pos de Mí, tome su cruz y sígame" ¿A dónde, con la cruz, sino al Calvario?
La gran batalla, que Yo he abierto con el misterio de mi Encarnación, Pasión y Muerte, continúa y continuará has­ta el fin de los tiempos con intensidad y gradaciones diversas. Serán momentos de tal inaudita violencia como para no creerlo, como será en esta próxima ofensiva enemiga, por cierto ya en marcha.
¿Se ha dado a los bautizados esta visión realista de una Iglesia en perenne lucha contra sus enemigos aguerridos: Satanás, el mundo y las pasiones?
La Pastoral debe llevar a las almas a adherirse a los principios cristianos, a aceptar espontáneamente a Dios, su ley, su verdad, sus misterios.
La Pastoral hecha solamente con estructuras no sirve para nada, si faltan los presupuestos fundamentales. Los hechos lo están demostrando.

Lucha y peregrinación

Vuestras capillas están desiertas y vuestras salas cinematográficas son instrumentos de veneno, en vuestros centros de reunión no raramente se blasfema y se habla un lenguaje que no es cristiano.
Muchas instituciones se han derrumbado; la llamada pastoral institucional está en un estado de quiebra. Es in­útil querer hacerse ilusiones, las concepciones materialistas de la vida no pueden más que poner sólidas raíces en cristianos profundamente enfermos de anemia espiritual.
Grupos promiscuos de jóvenes y muchachas, que por libertad excesiva, por la moda indecente y por las influen­cias deletéreas de lecturas y de películas eróticas no pueden resistir, de cristianismo tienen sólo la etiqueta, pero sustancialmente son paganos.
Estos son vicios de una pastoral institucional que no puede sostenerse, porque está carente de la visión fundamental de la vida.
La vida cristiana debe ser concebida como milicia, es decir, como lucha incesante contra Satanás y sus aliados; debe ser concebida como peregrinación.
Las instituciones para una Pastoral eficiente eran vá­lidas cuando los cristianos eran buenos, pero hoy que ellos son paganos, las instituciones tradicionales frecuentemente son ocasión de mal.
Te bendigo, hijo mío.


Confidencias de Jesús a un Sacerdote. Mons.Ottavio Michelini



[1]                     Llamados al efecto

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