lunes, 6 de agosto de 2012

“Súplica de Unidad y de Humildad."


PADRE MELVIN DOUCETTE

Lunes 6 de agosto de 2012

“Súplica de Unidad y de Humildad."

Lectura de la Epístola de San Pablo a los Filipenses 2, 1-11:

1 Así, pues, os conjuro en virtud de toda exhortación en Cristo, de
toda persuasión de amor, de toda comunión en el Espíritu, de toda
entrañable compasión,
2 que colméis mi alegría, siendo todos del mismo sentir, con un
mismo amor, un mismo espíritu, unos mismos sentimientos.
3 Nada hagáis por rivalidad, ni por vanagloria, sino con humildad,
considerando cada cual a los demás como superiores a sí mismo,
4 buscando cada cual no su propio interés sino el de los demás.
5 Tened entre vosotros los mismos sentimientos que Cristo:
6 El cual, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser
igual a Dios.
7 Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de siervo
haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como
hombre;
8 y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de
cruz.
9 Por lo cual Dios le exaltó y le otorgó el Nombre, que está sobre todo
nombre.
10 Para que al nombre de Jesús = toda rodilla se doble = en los cielos,
en la tierra y en los abismos,
11 = y toda lengua confiese = que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria
de Dios Padre.



Queridos amigos,

Por favor seguid rezando por las intenciones de Nuestro Señor y de Nuestra Señora.

(A continuación encontraréis el mensaje de Nuestro Señor y Salvador entregado al padre Melvin.   Jesús le dijo estas palabras:)

“Sed humildes, Mi hermano Melvin y todos Mis hermanos que creéis en Mí y Me seguís.  Me humillé en forma extrema pues era el Hijo de Dios y Me convertí en ser humano como todos vosotros.  Hice eso porque os amo a todos.  Por lo tanto, todo lo que vosotros vivís como seres humanos, Yo también lo viví cuando estuve en la tierra.  Me hizo nacer Mi amada Madre, como todos vosotros.  Ningún ser humano puede venir a la tierra sin haber sido llevado durante nueve meses por su madre y es ella quien os da a luz.  Nací como un bebé y fui llevado en brazos de Mi Madre como todos vosotros.  Ella Me tuvo que alimentar, lavar y vestir.  Sentí hambre y sed como todos.  Crecí como cualquier ser humano y tuve que recibir instrucción. Con el tiempo Me hice adulto y comencé la obra que el Padre Me había encomendado.  Amados amigos, deberíais mirarme como uno de vosotros que os conoce hasta el mínimo detalle.  Trabajé duro para enseñar a la gente lo que debía saber y, al final, morí en la cruz para expiar vuestros pecados.

Amados hermanos, lo que os pido ahora es que Me aceptéis como vuestro Salvador que vino a daros el don más grande que jamás podíais recibir: la salvación, a través de la cual seréis miembros de Mi Reino y estaréis unidos a Mí eternamente en el cielo.  Os bendigo.”

Padre Melvin

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